A pocos días de que entremos en la fase final del primer trimestre del 2022, la economía venezolana continúa siendo un motivo para que, como se le viene proyectando desde diciembre del 2021, se manifieste con seguridad y se haga sentir como motivo trascendente, relevante e impactante.
Ya que se trata de que, habría registrado una “recuperación” porcentual, con base en una proyección que describen, según sus puntos de vista, quienes se ocupan del serio trabajo de los análisis, hay otros estudiosos que expresan otro tanto, pero a partir de las expresiones numéricas que difunden ciertos entes públicos.
Desde luego, a partir del ángulo de las opiniones de antiguos, como de ciertos “nuevos” gremios empresariales, nacidos a partir de la multiplicidad de puertas y disposiciones oficiales flexibilizadoras que han servido para que se “diversifiquen” las opiniones y visiones de lo que está sucediendo en el país, hay una constante que no puede ser subestimada ni desestimada.
Tiene que ver con las inevitables inquietudes que emergen, cuando se registra la opinión de voceros privados que dejan entrever lo obvio: puede haber “cierta recuperación”, luego de casi una década de caídas, una detrás de otra. Pero ha sucedido, además, por la reiterada voluntad de ciertos sectores de la economía de impedir la obligación de claudicar.
Además de que la incidencia de la pandemia se ha ocupado de impulsar cambios o evoluciones del desenvolvimiento de los negocios. Y que la gerencia criolla se ha planteado ofrecerle respuestas a accionistas como al mercado, más allá, por ejemplo, de lo que representa trabajar en el país entre la incontenible fuga humana y el descalabro de los servicios públicos, como del desenvolvimiento incontenible de las modalidades que se aplican en el ejercicio de la política en suelo venezolano.
En el seno del sector venezolano de autopartes, hay registros de integrantes, representantes, opiniones, puntos de vista, como de afiliados a la Cámara Nacional de Comercio de Autopartes (Canidra) que, día a día, manifiestan también las inevitables reflexiones relacionadas con lo que ha sucedido, cuando se habla de “recuperación” de la economía. Pero también cuando se hace necesario perseverar con respecto a lo que traduce echar bases, afianzarlas y convertirlas en el soporte de ese eventual avance económico.
Al fin y al cabo, no se trata de oxigenar circunstancias ni momentos que puedan hacer posible el sostenimiento de las empresas que se mantienen de pie, y que la buena gerencia se manifiesta capaces de conducirlas a mejor puerto. Sí, en cambio, de que el Estado se convierta en un receptáculo de la demanda de solicitud de condiciones para que las inversiones ciudadanas puedan darse y avanzar, en un ambiente ideal y apropiado; no en respuesta a hechos circunstanciales.
La tesis de la solicitud de atención por parte de las autoridades, como históricamente lo ha dicho Canidra desde hace más de medio siglo, cuando se hizo sentir en el ámbito empresarial formal y organizado al constituirse hace 54 años, “no ha perdido vigencia ni importancia”. Todo lo contrario: nunca como hoy había tenido tal trascendencia. Y guarda relación con ciertos principios que están presentes en Estatutos, en vocerías gremiales, como en un planteamiento de innegable valor: la relación del comerciante con el comprador, cliente o la ciudadanía que resguarda y protege bienes individuales, familiares o empresariales, como son sus unidades de transporte o de movilización familiar.
Es allí, precisamente en la valoración de tales puntos de vista, en donde reside la necesidad actual de que se reactive la economía. También en la innegable utilidad de que dicha reactivación se manifieste conteste con el hecho de que las empresas funcionen, se expandan, satisfagan las necesidades de la población, generen puestos dignos de trabajo, y se correspondan con el importante factor de la relación del contribuyente empresarial con el Estado.
Por supuesto, el cierre del primer trimestre del 2022, como incógnita inevitable cuando concluyan los análisis, expondrá el alcance de la verdad y de las verdades. De lo que el país y sus autoridades habrán dispuesto en materia monetaria, fiscal y tributaria. Asimismo, de cuál habrá sido el verdadero alcance de las relaciones entre esas mismas autoridades y los emprendedores. De igual manera, en qué habrá consistido realmente la relación del trabajo conjunto, es decir, Estado, empresarios y trabajadores. Y si la voluntad de la “recuperación”, por necesidad imperiosa, habrá hecho posible la construcción de respuestas ciertas para que la inflación deje de estar presente de la misma manera como, según se ha dicho, sucedió con la hiperinflación.